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jueves, 2 de febrero de 2012

CAP. 6: EL MOMENTO JUSTO

Estaba en la sala con Katherine, Estaban y Elena, todos estábamos reunidos jugando ajedrez, cuando de un momento a otro por la ventana entra una brisa con un olor familiar para mi ya que hace tiempo me había pasado lo mismo. Era el olor de la sangre de Saya mesclada con el olor de sangre de Quiróptero.

Me puse rígido en ese momento porque eso significaba que estaban cerca de aquí, me levante de la silla donde esta y cruce la puerta lo mas rápido que pude, a todos los deje sorprendidos con mi comportamiento pero decidieron no seguirme porque sabían que debía ser algo importante si no los había llamado.

Corrí lo mas rápido que pude por eso bosque desolado, cuando por fin me encontré con un grupo grande de Quirópteros alrededor del cuerpo casi por desfallecer de Saya, se veía que ya estaba exhausta y que casi no le quedaba sangre en su cuerpo porque la había utilizado casi toda en cavar con esos monstros. Me puse a trabajar porque en ese momento vi que le fallaron los pies y callo al pasto, empecé a destruirlos uno por uno hasta que no quedo ninguno, limpie todo y fui directo donde estaba Saya, la levante del suelo y saque el celular del bolsillo, marque a Elena para decirles que salieran de la casa, lo mejor era que ellos no se esteraran de nada.

-Terry que pasa
 Pregunta Elena un poquito preocupada.

-Necesito que todos salgan de la casa, y se vallan lo más lejos posible, que ni siquiera puedan oír lo que pase halla-


-Terry, A...

- Necesito que salgan de allí ahora mismo- fue lo único que dije antes de colgar.

Regrese a casa lo mas rápido que pude con Saya en brazos, dentro en la casa lo mas rápido que pude y fui directo a mi despacho, allí acosté a Saya en la camilla que había en la mita de cuarto y le puse sangre de una porque estaba muy débil.

Salí de la habitación y fui a mi cuarto para cambiarme la ropa que tenia en esos momentos porque estaba ensangrentada, cuando por fin me termine de cambiar me dispuse a ponerle mas sangre, cuando entre en la habitación ya ella tenia los ojos abiertos y me miraba fijamente y con alivio.

Por suerte había llegado en el momento adecuado otra ves, aunque esta vez no estaba en tanto peligro como la otra vez que salí a su rescate.

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